jueves, 30 de septiembre de 2010

Capítulo 9

-¿Señor Omps?
-No, es "Homps", con hache.
-Soy...
-...James Dong.
-¿A usted también lo llaman así?
-No, James Dong es usted.
-Ya lo sé. ¿Cree que no voy a conocer mi seudónimo?
-Lo que yo quise decir es que... Olvídelo. ¿En qué puedo ayudarlo?
-Cuénteme lo sucedido el jueves en que... No, no, no me cuente nada, ya me cansé de escuchar siempre lo mismo. Se reúnen todos los jueves para ver las novedades de la semana. A las 9:20, a más tardar, están todos allí, pero ese día Boretti llegó quince minutos tarde. A las 9:52:12 usted le rogó a la secretaria que avisara al D.G que ya se había demorado mucho tiempo. 218 segundos después, se escuchó un tiro, entraron y no había nadie, sí, sí, ya sé todo eso, no tiene porqué decírmelo.
-¿Qué le puedo decir?
-No sé, estoy tan cansado de hacer preguntas, si usted supiera qué agotadora resulta la tarea del detective.
-Lo comprendo.
-¡No mienta! ¡Qué va a comprender! ¿Es detective?
-No.
-Entonces ¿cómo va a saber lo que siento? Y dígame, ¿toma Pipsi Cola o Poca Cola?
-Poca Cola.
-¿Lo ve? Usted no sabe nada. ¿Mentol o menta?
-Mentol.
-Bueno, no está tan mal después de todo. ¿Blanco o negro?
-Gris.
-Interesante respuesta. Ahora pregunte usted.
-¿Que yo qué?
-Que pregunte, déle, estoy cansado de preguntar, quiero responder.
-¿Y qué le pregunto?
-Cualquier cosa.
-¿Signo?
-Leo.
-¿Hobby?
-Leo.
-¿Animal?
-No insulte.
-¿Animal preferido?
-Le... Tigre, ya me estaba trabando.
-¿Posición preferida?
-En cuatro.
-Tiene un escarbadientes atravesado.
-Eso no es una pregunta.
-Es una afirmación.
-Yo quiero preguntas.
-Si insiste: ¿por qué tiene un escarbadientes atravesado?
-No es un escarbadientes, es medio escarbadientes. Bueno, basta, ahora pregunto yo: cuando la secretaria entró a la oficina del D.G por expreso pedido suyo, ¿cerró la puerta?
-No, además apenas la abrió.
-O sea que la entornó y desde ahí habló con el D.G.
-Exacto.
-O sea que usted no pudo ver al D.G.
-Exacto.
-O sea que la secretaria abrió la puerta, habló y salió diciendo que el D.G los haría pasar en cinco minutos, pero podría ser que no hubiera nadie en la oficina, que ella le hablara al aire y saliera con una respuesta inventada.
-Inexacto.
-¿Por qué? Usted no vio para nada a Jorge Alderette.
-Pero lo escuché.
-¿Quiere decirme que escuchó la respuesta del D.G?
-Exacto.
-¿Está seguro?
-Exacto.
-Diga sí o no.
-Sí o no.
-Una de los dos respuestas, imbécil.
-¡Ah!... Sí.
-¿Me afirma que Jorge Alderette se encontraba en esa oficina?
-No sólo yo lo oí, todos los directores pueden confirmar lo que digo. Por eso nos asombramos tanto al entrar a su despacho y no verlo.
-¿Y no podría ser que la voz fuera grabada?
-No, imposible. Reconozco si una voz sale de una caja metálica, además, ¿qué quiere probar? ¿Que no había nadie en la oficina? Si hubiera sido un grabador, cosa que descarto, alguien tendría que haberlo hecho funcionar, y la secretaria no entró con ningún aparato. ¿Y el tiro? ¿Qué me dice del tiro? Si no había nadie en la oficina ¿quién disparó?
-¿Es usted detective?
-No.
-Entonces, ¡cállese! Ya le dije que ahora las preguntas las hago yo. (Maldición, adiós tercer teoría).
-¿Qué dice?
-Basta, yo hago las preguntas. ¿En qué pensó cuando escuchó el disparo?
-En nada.
-¿Cómo que en nada?
-Bueno, en el momento no pensé en nada; un segundo después se me pasó por la cabeza un posible suicidio, pero al no ver a nadie en la habitación se me ocurrió que el D.G había saltado por la ventana.
-¿Se asomó para comprobar su teoría?
-Exacto, pero no vi nada.
-¿Quiénes se encontraban en la oficina con usted?
-Golman, Boretti, Coisman, la secretaria y Gustavo Alderette, que se presentó al oír tanto grito.
-¿Quién gritaba?
-Yo, estaba cagado en las patas.
-¿Notó algo extraño en alguno de sus acompañantes?
-A decir verdad, sí. Boretti estaba un poco raro, como asustado, como si supiera lo que había pasado, como si hubiera matado a su propio hijo.
-Volviendo para atrás, al escuchar el disparo, ¿quién entró primero?
-La secretaria.
-¿Por qué?
-No le entiendo la pregunta.
-¡Claro! ¿Por qué entró primero? ¿Reaccionó más rápido o ya estaba parada?
-No, no, estaba sentada pero su escritorio está más cerca de la puerta. Y sí, reaccionó más rápido.
-Entiendo. ¿Cómo se llevaba con Jorge Alderette?
-Éramos íntimos.
-¡Chancho! No tiene porque publicarlo.
-Éramos amigos, nada de sexo, no mal interprete. Nos conocimos en la secundaria, en primer año. Yo lo ayudaba en todos sus deberes y es más, hasta lo ayudaba en sus conquistas, su difunta esposa, por ejemplo. Él era un poco vergonzoso con las chicas, ¿sabe? Sí, hice mucho por él, pero nunca me lo pagó. -¿Qué me dice de su cargo en Lord?
-El puesto que tengo en la empresa se debe a mi dedicación y esfuerzo. Él nunca me ayudó, al contrario, su amistad fue una traba para mi ascenso porque me decía que no me iba a regalar nada por ser su amigo, que todo me lo tenía que ganar. Era un zorro.
-Era un garca. ¿Lo odiaba por eso?
-No, pero dejé de estimarlo, de quererlo como a un amigo.
-¿Está contento con su muerte?
-¡Qué le parece!
-Me agrada su franqueza, señor Omps.
-¡Homps!
-¿Sabe de alguien que quisiera verlo muerto?
-Todos, especialmente Golman.
-¿Por qué?
-El hijo de Golman trabajaba también en Lord. Hace unos meses, Jorge Alderette mandó a dos empleados a la fábrica de Córdoba, ambos murieron en la ruta.
-Y uno de ellos era el hijo de Golman.
-Exacto. Desde ese entonces, Golman no paraba de putear a Alderette, decía que de no haber mediado su orden, su hijo viviría.
-¿Y cree usted posible que Golman matara a... ¿Qué es ese olor?
-Perdón, me tiré un pedo. Es que usted hace más de media hora que me está haciendo preguntas y yo me estoy cagando desde hace rato. ¿Tiene para mucho más?
-Una última y lo dejo con su inodoro. ¿Cree que Golman podría haber matado al D.G?
-Yo que sé.
-No lo molesto más, gracias por todo. Ya puede irse a cagar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario